La treta del «Dioni de Rivas», como algunos le califican ya, se desmontó cuando la directora del Dulce Chacón, Alicia Rivera, le pilló por sorpresa con las manos en el falso talonario. Después de que Dionisio le reconociera los hechos y tratase de llegar a un acuerdo con la directora para tapar el asunto, esta le denunció ante el DAT y la Guardia Civil. La causa penal está ahora en proceso de instrucción en los Juzgados de Arganda del Rey. El Consistorio, como parte acusadora, ha dejado el caso en manos de la Fiscalía y ha reubicado a Dionisio en otro centro escolar, ubicado a 6 kilómetros del Dulce Chacón.
Dionisio era un hombre «muy querido», de total confianza por parte del equipo docente y las familias que llevan a sus hijos al colegio. En 2012 recibió incluso un galardón del Ayuntamiento por su trayectoria laboral. Pero días antes de la pasada Semana Santa, su reputación dio un giro brutal.
Una «extra» de 1.500 euros
Según fuentes municipales, Alicia le pilló con el talonario porque ella llegó antes de su hora habitual al centro y éste estaba escribiendo sobre el taco. El ahora investigado guardó rápidamente el documento en su cajón al ver a la responsable. Alicia se lo pidió horas más tarde, ya que entre las funciones del bedel escolar no está la de expedir talones. Dionisio trató de romperlo, pero la directora consiguió hacerse con él. En los papeles aparecían los nombres y apellidos de trece alumnos, el concepto de «comedor» y el sello fraudulentamente utilizado del colegio. Los talones estaban fechados desde septiembre de 2016 hasta abril de 2017. El dinero que aparecía nunca se había ingresado en la cuenta del Dulce Chacón. Esos niños tampoco figuraban en el listado del comedor.
El colegio tenía habilitado el pago en ventanilla y tenía total confianza en Dionisio para que llevase su control, aunque no le competía esta labor. El bedel escogió supuestamente a las trece familias por su vulnerabilidad económica. Al parecer, son vecinos de Rivas Vaciamadrid que no pueden tener dinero en el banco por embargos. Les ofreció el pago al contado en el centro, pero el dinero tenía que estar guardado en un sobre cerrado a su nombre. Y así fue como este conserje se sacaba un sobresueldo de unos 1.500 euros mensuales que sumaba a sus otros 1.500 como empleado público.
Las alarmas no saltaron por ningún lado porque los niños no dejaron de recibir el servicio del comedor, ya que no se pasa lista diariamente. Lo único de lo que se deja constancia es de cómo comen unos y otros nominalmente en unas fichas. Pero esos documentos también se manipulaban por el conserje, encargado de colocarlos y retirarlos diariamente. Los mismos desaparecieron tras la denuncia. También se formateó misteriosamente su ordenador. La dirección del centro tampoco recibió aviso de impagos del banco porque Dionisio se había encargado de sacar a esos trece niños de la remesa de familias con el recibo del comedor domiciliado.